No se si esta historia es conocida o no entre aquellos que lleváis mucho más tiempo que yo siguiendo rugby, pero veréis, hace ya algún tiempo tuve la oportunidad de ver un documental llamado La Leyenda de los All Blacks (si Jetulio, kiwi-adicta, ya ves), en él actuales y antiguos jugadores intentaban explicar al resto de mundo, lo que para un país como Nueva Zelanda, significaba llevar esa camiseta y todo lo que para ellos representa.
Pues bien, casi al final un periodista que lleva más de 50 años siguiendo al equipo explicó el misterioso caso de Murdoch y como me pareció una historia curiosa, estuve bicheando un poco en Internet y esto fue lo que averigüe:
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Keith Murdoch, nació en Dunedin en 1943.
Según cuentan las crónicas hombre de físico imponente y gran movilidad, con 183 cms y 110 kgs debuta como primera línea con 20 años jugando para la provincia de Otago en 1964.
Gracias a la gran temporada que realizó fue nombrado uno de los cinco jugadores con más proyección y en 1965 recibió la primera llamada de los All Blacks.
Sin embargo, a pesar de este buen comienzo y debido a las lesiones, sólo es llamado para formar parte de la selección de forma esporádica. En esos años incluso, cambia de equipo y llega a jugar con Hawke's Bay y Auckland.
Va a ser cuando vuelve a Otago en 1969, cuando encuentra de nuevo su mejor forma y vuelve a ser llamado por la selección para la gira con Sudáfrica de 1970. Pero la mala suerte vuelve a cebarse con él y sólo puede jugar ocho partidos porque tiene que ser operado de su apéndice.
Así llegamos a 1972, donde a pesar de sus numerosas lesiones, vuelve a recibir la llamada de los All Blacks para su gira de 32 partidos por Norte América, Francia y las Islas Británicas, capitaneada por el gran Ian Kirkpatrick.
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En esta gira los AB tenían que enfrentarse en Cardiff a Wales en medio de una fuerte presión, ya que por nuestras antípodas, el equipo kiwi era considerado uno de los más flojos que había salido de las islas. Al final los neocelandeses lograron imponerse a los chicos del norte con un resultado final de 16 Vs 19. Victoria a la que Murdoch contribuyó con un magnífico partido, try incluido.
Pero la historia empieza aquí…
Horas después de su victoria Murdoch llegó al hotel de concentración, había estado de tercer tiempo, como manda la tradición. No se sabe muy bien como ocurrió porque nadie lo ha explicado nunca con claridad, pero lo que transcendió es que el jugador neocelandés golpeó a un guardia de seguridad, Peter Grant, en el Hotel Angel donde se hospedaban.
A partir de este momento la noticia estalla, los periodistas británicos presionan, pero es sobre todo la RFU la que exige su expulsión de la gira.
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Así y a pesar de que Bob Duff, entrenador AB, lo incluye en la convocatoria para el siguiente partido y ante la fuerte presión que están ejerciendo los británicos, Murdoch es expulsado del equipo (según los periodistas neocelandeses, prácticamente fue deportado de Gran Bretaña).
Con todo este revuelo, Murdoch sale escoltado y con sus maletas para montarse en un avión que el lleve a Dunedin, de vuelta a casa…pero nunca llegó.
Sí, nunca llegó, el avión tenía que hacer una escala en el norte de Australia, en Darwin. En ese momento Murdoch bajó del avión y desapareció. Jamás ha vuelto a pisar Nueva Zelanda avergonzado por su comportamiento.
Aún más, no sólo decidió no volver a casa sino que también decidió desaparecer y pasar al absoluto anonimato. Jamás ha concedido una entrevista para explicarse, jamás ha hecho ningún tipo de declaración.
Sin embargo en 2001, volvió a ser protagonista de una historia escabrosa.
Como digo decidió quedarse trabajando en Australia, en un remoto pueblo minero llamado Tennant Creek, que en las guías para viajeros figura como zona nada recomendable para visitar por las constantes tensiones raciales.
Pues bien, otra vez Murdoch se vio involucrado en un horrible suceso, cuando un joven aborigen apareció muerto en una de las minas de la ciudad.
Al parecer las autoridades australianas dictaron una orden de búsqueda y captura en su contra, ya que desapareció nuevamente, como dato curioso deciros que las autoridades tuvieron que usar sus fotos de los años setenta porque no había otras. Al final de ese oscuro capítulo, Murdoch declaró ante las autoridades pero sólo como testigo.
Después de aquello y para no perder su costumbre volvió a desaparecer
Sólo en 1990, la periodista y autora de “Fiching Murdoch” Margot McRae consiguió encontrarlo en una calle de Australia y hablar amigablemente con él, eso si, sin grabaciones ni cámaras.
En esta inusual entrevista que McRae describió literalmente como “sacarle algo de información sobre lo sucedido en Gales, fue más difícil que sacar sangre de una piedra”, Murdoch sólo le pregunto a la periodista: “¿Por qué? No necesito contarle mi historia a nadie”.
Esa actitud le pareció de una gran dignidad a la autora, ya que en ningún momento trató de explicarse para despertar las simpatías o la compasión de nadie.
Al día siguiente McRae y su equipo se trasladaron para fotografiar a Murdoch en la granja donde trabajaba, al verlos salió huyendo…
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Kirtpkatrick se ha lamentado a menudo de no haber apoyado más a su compañero en esos difíciles momentos de 1972, quizás de haberlo hecho la oscura historia de este hombre habría sido muy diferente.